Lucifer, el primer narcisista (Primera Parte)

El narcisismo tradicionalmente se asocia con la historia de Narciso en la mitología griega, un joven que se enamora de su propio reflejo, simbolizando la obsesión con uno mismo. Sin embargo, también puede explicarse a través de la analogía de Lucifer, y esta perspectiva ofrece una visión más profunda y espiritual del tema.

La leyenda de Narciso trata sobre la fascinación con la belleza propia. Narciso, al ver su reflejo en el agua, queda tan cautivado que muere consumido por su amor propio. En esta historia, el narcisismo es visto como un amor enfermizo hacia la propia imagen física o una auto-obsesión que lleva al aislamiento y la autodestrucción.

Por otro lado, la historia de Lucifer en la Biblia, especialmente en Ezequiel 28, lleva el narcisismo a un plano más profundo. Lucifer no solo se obsesiona con su belleza y perfección, sino que se autoexalta, deseando ocupar un lugar que no le pertenece: el trono de Dios. Su caída es resultado de su orgullo y desmedido y la creencia de que merece ser adorado como Dios. El punto de vista bíblico ofrece una comprensión más amplia del narcisismo como algo que va más allá de la simple vanidad física.

Lucifer deseaba ser igual a Dios, lo que refleja un deseo de poder absoluto y la incapacidad de aceptar su propio lugar en la creación. En lugar de someterse a la autoridad divina, Lucifer rechaza a Dios y busca su propio dominio, una característica común en los narcisistas que no toleran la subodinación o la corrección. Al igual que Narciso, Lucifer se autodestruye. Su rebelión lo lleva a ser expulsado del cielo, perdiendo su lugar de honor y cayendo en la ruina.

La analogía de Lucifer, nos introduce una dimensión espiritual y teológica que expone cómo el orgullo, la autoexaltación y el rechazo a la autoridad puede ser devastadores, no solo en términos psicológicos, sino también espirituales. Esta perspectiva resalta la gravedad del narcisismo cuando está ligado a la rebelión contra el propósito y orden de Dios.

Autoexaltación y orgullo: El Caso de Lucifer

En Ezequiel 28:12-13 se describe a Lucifer (bajo la alegoría del rey de Tiro) como un ser de extrema perfección, belleza y poder.

Versículos 12 y 13:

Tu eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios, estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura: de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preprarados para ti en el día de creación”

Estos pasajes destacan la grandeza de Lucifer antes de su caída, pero también insinúa el peligro de la autoexaltación que lo llevó a su rebelión. Veamos cómo estos versículos reflejan la conducta narcisista:

“Sello de la perfección”: Lucifer fue creado perfecto en sabiduría y belleza. Aquí se evidencia que él tenía una gran conciencia de su propio valor. Este reconocimiento de su propia perfección contribuyó a su orgullo. Al verse como el “sello” de todo lo bueno y perfecto, desarrolló un sentido de superioridad.

“Acabado de hermosura”: La mención de su hermosura física y esplendor exterior es clave. Lucifer era glorioso en su apariencia, y parece que esa belleza fue la raíz de su autoexaltación. El narcisista moderno también tiende a verse a sí mismo único, excepecional y, en muchos casos, superior a los demás en algún aspecto, ya sea en su inteligencia, apariencia o logros.

“En Edén, en el huerto de Dios, estuviste”: Lucifer fue colocado en un lugar privilegiado dentro del reino de Dios. Este acceso especial puede haberle hecho creer que merecía más poder y autoridad. Los narcisistas contemporáneos a menudo sienten que su lugar o posición los hace merecedores de privilegios especiales, exigiendo admiración y reconocimiento constantes.

“De toda piedra preciosa era tu vestidura”: Las descripciones de las piedras preciosas que adornaban a Lucifer simbolizan su posición elevada y la gloria con la que fue revestido. El narcisista actual también busca adornarse con elementos que realcen su imagen externa, buscando constantemente validación a través de la belleza, el éxito o la riqueza.

Similitudes con el comportamiento del narcisita

  1. Autoexaltación y superioridad: Al igual que Lucifer, que se veía como el ser más glorioso de la creación, el narcisista moderno cree que está por encima de los demás. Se siente especial y único, y espera que los demás lo reconozcan como tal. Esta percepción desmedida de sí mismo es una característica central del narcisismo.
  • Obsesión con la apariencia y el estatus: Lucifer estaba adorando con piedras preciosas y era “acabado de hermosura”. De manera similar, el narcisista está obsesionado con su imagen y como los demás lo perciben. Ya sea través de la apariencia física o logros materiales, busca constantemente la admiración de los demás.
  • Rechazo de la humilidad: Tanto Lucifer como el narcisista rechazan la idea de la humildad. El reconocimiento de la grandeza propia los lleva a ignorar la necesidad de dependencia de Dios o de una autoridad superior, buscando siempre ensalzarse y ocupar el lugar más alto.
  • Sentido de derecho: Lucifer no solo vio su belleza y perfección, sino que eventualmente sintió que merecía ser igual a Dios, lo que lo llevó a rebelarse. El narcisista, de manera similar, cree que tiene derecho a ser tratado de manera especial, lo que puede llevar a actitudes de arrogancia y desdén hacia quienes no le otorgan el reconocimiento que desea.

Conclusión

La descripción de Lucifer en Ezequiel 28:12-13 refleja las raíces del narcisismo en su forma más pura: una auto percepción inflada, una obsesión con la propia grandeza y un deseo de ser exaltado por encima de los demás. Al igual que Lucifer, el narcisista no puede evitar compararse y buscar ser “más” que los demás, cayendo en un ciclo de orgullo, auto idolatría y, finalmente, destrucción.

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