El concepto de perdón es central en la fe cristiana. Sin embargo, en el contexto del abuso narcisista, psicopático y espiritual, es fundamental comprender lo que el perdón no significa. Muchas veces, el perdón se malinterpreta y se utiliza de manera incorrecta, lo que puede perpetuar el daño en lugar de traer sanidad. A la luz de las Escrituras, reflexionemos sobre lo que no es el perdón.
1. El perdón no es olvidar
“Porque yo perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:34). Este pasaje a menudo se interpreta como un llamado a olvidar el pecado, pero en realidad, se refiere al hecho de que Dios elige no traer nuestros pecados contra nosotros. Olvidar no es un requisito humano; recordar el abuso es vital para protegerse y prevenir que ocurra nuevamente. Perdonar no implica borrar de la memoria lo sucedido, sino elegir no vivir bajo su sombra.
2. El perdón no es excusar
El perdón no justifica el abuso ni minimiza su impacto. La Palabra es clara en que el mal no debe ser tolerado: “Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo” (Isaías 5:20). Cuando excusamos el comportamiento abusivo, desvirtuamos la justicia de Dios. Reconocer el daño causado y buscar justicia son pasos necesarios para sanar.
3. El perdón no es reconciliación
El apóstol Pablo escribe: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18). Este versículo reconoce que la reconciliación no siempre es posible. En casos de abuso, especialmente narcisista y psicopático, intentar reconciliarse sin cambios genuinos por parte del abusador puede ser perjudicial. El perdón es un acto personal que no depende de restaurar la relación.
4. El perdón no se trata de cómo te sientes
Jesús enseñó: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen” (Mateo 5:44). Este mandamiento no está basado en emociones, sino en una elección intencional de actuar en amor. En el contexto del abuso, es normal sentir ira, dolor o tristeza. Perdonar no significa negar esas emociones, sino decidir no permitir que el resentimiento controle tu vida.
5. El perdón no es condicional
Jesús dijo: “Si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:15). Este llamado al perdón no depende de que el otro reconozca su culpa o pida disculpas. En muchos casos, los abusadores narcisistas o psicopáticos nunca aceptarán responsabilidad. El perdón es algo que haces por ti mismo, liberándote de la carga del resentimiento.
6. El perdón no es confiar
La Biblia nos advierte: “Sed astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mateo 10:16). El perdón no implica restaurar la confianza en alguien que ha demostrado ser dañino. La confianza debe ser reconstruida a través de acciones consistentes y sinceras, algo que en el caso de un abusador narcisista o psicopático puede no suceder nunca. Perdonar significa soltar el rencor, no abrir la puerta al abuso nuevamente.
Conclusión: El perdón como herramienta de liberación personal
En el contexto del abuso narcisista, psicopático y espiritual, el perdón no es un acto de debilidad, sino una herramienta poderosa de liberación. Perdonar no significa olvidar, excusar, reconciliarse, basarse en sentimientos, hacerlo condicional o confiar nuevamente. Más bien, es una decisión de liberar el resentimiento y dejar que Dios haga justicia: “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19).
El perdón es una parte importante del proceso de sanidad, pero no debe confundirse con permitir que el abuso continúe o invalidar el dolor sufrido. Al abrazar el perdón bíblico, encuentras libertad para avanzar en el camino de la restauración y la paz.